Hay momentos en la vida en los que nos sentimos superadas. No siempre es por algo grande o dramático. A veces es el cansancio acumulado, la incertidumbre que pesa, las situaciones que no cambian, o simplemente una tormenta interna que no sabemos cómo calmar. En Mateo 14 hay una escena que nos habla con fuerza. Jesús había estado enseñando a una multitud, y después de despedirlos, envió a sus discípulos a cruzar el lago en una barca, mientras Él se quedaba solo a orar. En medio de la noche, con viento fuerte y olas agitadas, Jesús se acercó a ellos caminando sobre el agua. Al principio no lo reconocieron y se asustaron. Pero Él les dijo: “¡Ánimo! Soy yo. No tengan miedo.” Entonces Pedro respondió: “Señor, si eres tú, mándame que vaya a ti sobre el agua.” Jesús le dijo: “Ven”. Y Pedro bajó de la barca y caminó sobre el agua hacia Jesús. Estaba haciendo algo imposible. Mientras su mirada estaba puesta en Él, caminaba. Pero algo cambió. “Pero al ver el viento fuerte, tuvo miedo y c...