A lo largo de nuestra vida, las amistades ocupan un lugar muy importante. Son quienes nos acompañan, nos escuchan y comparten con nosotras tanto los momentos alegres como los difíciles. Pero cuando comenzamos a caminar con Jesús, muchas veces surgen preguntas en nuestro corazón:
¿Debemos rodearnos solo de personas creyentes? ¿Qué lugar ocupan las amigas que no comparten nuestra fe? ¿Cómo podemos hablarles de Dios sin alejarlas?
En esta nota vamos a reflexionar juntas sobre este tema. Hablaremos sobre:
-
La importancia de rodearnos de personas que compartan nuestra fe.
-
Cómo ser una buena amiga, tanto para mujeres creyentes como para aquellas que aún no conocen al Señor.
-
Cómo acompañar con amor y sabiduría a nuestras amigas no creyentes.
-
Cómo compartir el mensaje de Dios desde el ejemplo, sin presionar ni imponer.
Nuestro deseo es que estas palabras sirvan como una guía para fortalecer nuestras relaciones, crecer en sabiduría y ser luz en medio del mundo que nos rodea.
Con el tiempo, vamos entendiendo que no todas las relaciones nos hacen bien. Algunas nos impulsan a buscar más a Dios, mientras que otras nos alejan poco a poco de Su voluntad. Por eso, elegir con cuidado a las personas que dejamos entrar en nuestro círculo más cercano es una decisión muy sabia.
La Biblia dice en Eclesiastés 4:9-10:
“Mejores son dos que uno, porque tienen mejor paga de su trabajo. Porque si uno cae, el otro lo levanta; pero ¡ay del que está solo! porque cuando caiga, no tendrá quien lo ayude a levantarse”.
Y también en Hebreos 10:24-25:
“Considerémonos unos a otros para animarnos al amor y a las buenas obras. No dejemos de reunirnos, como algunos acostumbran hacerlo, sino animémonos unos a otros, y con más razón ahora que vemos que aquel día se acerca”.
Estos versículos nos muestran que necesitamos relaciones que nos fortalezcan en la fe, que nos alienten a crecer y que estén con nosotras cuando más lo necesitamos.
Pero además de recibir, también somos llamadas a dar. Y eso incluye ser una amiga fiel, sincera, que escucha, acompaña, corrige con amor y anima con esperanza.
Las mujeres cristianas no estamos llamadas a aislarnos del mundo, sino a reflejar el carácter de Cristo en cada vínculo. A veces nos tocará aconsejar, otras veces simplemente estar presentes. Y siempre, amar.
1 Pedro 4:8 dice:
“Sobre todo, ámense los unos a los otros profundamente, porque el amor cubre muchos pecados”.
Y en Proverbios 17:17:
“El amigo ama en todo momento, y en tiempos difíciles es como un hermano”.
Aquí también vienen los desafíos. Porque no todas las personas que nos rodean conocen a Dios. Y muchas veces tenemos relaciones muy cercanas con amigas que no comparten nuestra fe.
No se trata de alejarnos ni de rechazarlas, sino de aprender a caminar con sabiduría, mostrando a través de nuestra vida el amor de Dios. Jesús nos dejó el ejemplo. Él se acercaba a los pecadores, comía con ellos, pero no adoptaba sus caminos. En lugar de eso, los invitaba a cambiar, a volver a Dios, a través de la verdad y el amor.
Colosenses 4:5-6 nos aconseja:
“Compórtense sabiamente con los que no creen en Cristo. Aprovechen bien cada oportunidad. Que su conversación sea siempre con gracia, sazonada con sal, para que sepan cómo responder a cada uno”.
Y Romanos 12:2 dice:
“No se conformen a este mundo, sino transfórmense mediante la renovación de su mente, para que puedan comprobar cuál es la voluntad de Dios: buena, agradable y perfecta”.
Podemos ser amigas fieles, sinceras y cercanas. Amigas que escuchan, apoyan, acompañan. Pero también necesitamos ser luz. Mostrar, con nuestras actitudes, palabras y decisiones, que hay una esperanza más grande, una paz verdadera y un amor que transforma.
Si te gustaría seguir profundizando sobre cómo hablar de Dios sin presionar, con humildad y sabiduría, te invitamos a leer también nuestra nota: Cómo evangelizar a los que nos rodean: mostrando el mensaje de Dios.
Sabemos que no todas nuestras amistades van a ser iguales. Algunas nos edificarán. Otras serán una oportunidad para sembrar la Palabra de Dios. En todas ellas, lo importante es buscar la guía del Señor.
Que podamos orar por cada vínculo, observar los frutos que producen en nuestra vida y actuar siempre con amor y verdad.
Santiago 1:5 dice:
“Si a alguno de ustedes le falta sabiduría, pídasela a Dios, y él se la dará, pues Dios da a todos generosamente sin hacer reproche alguno”.
Y Filipenses 1:9-10:
“Esto es lo que pido en oración: que el amor de ustedes abunde cada vez más en conocimiento y buen juicio, para que disciernan lo que es mejor y sean puros e irreprochables para el día de Cristo”.
Que el Señor nos llene de discernimiento, de amor sincero y de amistades que glorifiquen su nombre.
Guía para fortalecer nuestras relaciones
-
Orar por sabiduría: pedirle a Dios que nos muestre quiénes deben estar cerca y cómo relacionarnos con cada persona.
-
Elegir bien nuestro círculo íntimo: acercarnos a mujeres que nos animen a crecer en fe y que nos edifiquen con amor.
-
Ser un testimonio vivo: reflejar a Cristo con nuestras palabras, nuestras actitudes y nuestras decisiones.
-
Amar sin conformarnos: amar a nuestras amigas que no creen en Dios, pero sin adoptar sus caminos. Mostrarles algo diferente: el amor de Jesús.
-
Hablar con gracia: cuando llegue el momento, compartir el mensaje de Dios con humildad, sin imponer, pero con claridad.
-
No descuidar el amor: incluso cuando haya diferencias, recordar que el amor cubre muchas faltas y puede abrir puertas.
¡Dios te bendiga!
Comentarios
Publicar un comentario