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Cuando la rutina te aleja de Dios: cómo volver a Su presencia cada día

 

Mujer cocinando y orando

Cuando lo cotidiano también es sagrado: Encontrar a Dios en la rutina diaria

A veces creemos que para crecer en la fe necesitamos momentos especiales: silencio, tiempo libre, un devocional en paz. Pero la vida real no siempre da espacio para eso. Entre las responsabilidades, el trabajo, la familia y el cansancio, muchas veces sentimos que la rutina nos aleja de Dios.

¿Y si en realidad, esa rutina fuera el lugar exacto donde Dios quiere encontrarse con nosotras?

Jesús caminó entre lo simple

Cuando miramos la vida de Jesús, notamos algo hermoso: la mayoría de sus encuentros más transformadores ocurrieron en medio de actividades comunes. No siempre fue en el templo o en la sinagoga. Fue caminando, compartiendo una comida, en una conversación junto a un pozo o curando a alguien al pasar.

Eso nos enseña que Dios no espera que salgamos de nuestra vida para acercarnos a Él. Al contrario, quiere ser parte de nuestra vida tal como es.

¿Se puede vivir la fe entre platos, listas y cansancio?

Sí. Porque Dios no se manifiesta solo en lo extraordinario. Él se revela también en lo ordinario. Podemos orar mientras cocinamos, podemos alabar mientras viajamos al trabajo, podemos pedir sabiduría mientras resolvemos situaciones familiares. Nuestra vida entera puede ser un lugar de encuentro con Dios.

“Reconócelo en todos tus caminos, y él enderezará tus veredas.”
Proverbios 3:6 (RVR1960)

No se trata de hacer más cosas espirituales, sino de vivir con una mirada espiritual lo que ya hacemos.

Pequeños gestos, gran fe

Encontrar a Dios en lo cotidiano no significa hacer algo grande, sino vivir cada momento con conciencia de Su presencia. Algunas ideas simples:

Al comenzar el día, recordar en oración:
“Padre, gracias porque sé que Tu misericordia se renueva hoy. Gracias por darme la oportunidad de servirte cuidando lo que me confiaste: mis hijos, mi esposo y quienes amo. Gracias porque soy mayordoma de lo que te pertenece —mi casa y todo lo que hay en ella— y porque me permites estar contigo.”

Mientras hacemos tareas, agradecer en silencio por lo que tenemos.

Antes de dormir, repasar el día con Él: lo que nos alegró, lo que nos pesó, lo que queremos rendirle.

Te dejamos una guía de oración:
“Señor, gracias porque estás conmigo. Aun en los días agitados, quiero vivir consciente de Tu presencia en mí. Enséñame a encontrarte en lo cotidiano, a buscarte en lo simple, y a convertir cada tarea en una oportunidad para amarte. Que todo lo que haga hoy sea una respuesta a Tu amor. Amén.”

Dios te bendiga.


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