Ir al contenido principal

Aprendiendo a vivir con gratitud

 

Mujer quejosa

La Palabra de Dios nos enseña a vivir con gratitud y contentamiento, tanto en los tiempos de abundancia como en los de necesidad. Esta no es una actitud natural, sino una disciplina espiritual que nace de una relación sincera con Dios. Cuando vivimos a la luz de lo eterno, aprendemos a valorar lo que tenemos hoy sin caer en la ansiedad por lo que no tenemos.

Uno de los pasajes más claros sobre este tema lo encontramos en la carta del apóstol Pablo a los Filipenses:

“Sé vivir humildemente, y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad. Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.”
Filipenses 4:12-13 (RVR1960)

Estas palabras fueron escritas desde una prisión. Pablo no hablaba desde una teoría, sino desde la experiencia. Él había pasado por muchas pruebas y también por tiempos de bendición, pero en todo había aprendido a depender de Cristo.

El contentamiento es un mandamiento

La gratitud no es una emoción opcional para los días buenos. Es una actitud que honra a Dios y nos guarda del orgullo, la queja y la codicia. La Biblia nos llama a cultivar un corazón agradecido:

“Estad siempre gozosos. Orad sin cesar. Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús.”
1 Tesalonicenses 5:16-18 (RVR1960)

Dar gracias en todo no significa que todo nos agrade, sino que confiamos en que Dios tiene el control y trabaja en nuestras vidas aún en lo que no entendemos.

El peligro de amar lo pasajero

Una de las mayores distracciones de nuestra fe es el amor por las cosas del mundo. Vivimos en una cultura que nos impulsa a desear más, a correr detrás de metas superficiales, a comparar nuestras vidas con las de otros. Pero la Palabra de Dios es clara:

“No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él.”
1 Juan 2:15 (RVR1960)

Muchas veces, sin darnos cuenta, cambiamos lo eterno por lo temporal. Nos enfocamos en tener, en lograr, en mostrar… y olvidamos que lo más valioso es ser conocidas por Dios.

Jesús mismo nos advierte sobre esto:

“Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad.”
Mateo 7:23 (RVR1960)

Esto nos recuerda que no basta con “hacer cosas para Dios”, sino que lo más importante es tener una relación viva con Él. Que Él nos conozca, que vivamos para su gloria, que nuestro corazón le pertenezca.

La verdadera riqueza

La Biblia nos muestra cuál debe ser nuestra verdadera riqueza:

“Pero gran ganancia es la piedad acompañada de contentamiento; porque nada hemos traído a este mundo, y sin duda nada podremos sacar.”
1 Timoteo 6:6-7 (RVR1960)

No se trata de cuánto tenemos, sino de cuánto confiamos en Dios. La piedad —una vida que agrada a Dios— acompañada de contentamiento es un gran tesoro.

“Mi porción es Jehová, dijo mi alma; por tanto, en él esperaré.”
Lamentaciones 3:24 (RVR1960)

Cuando el Señor es nuestra porción, tenemos todo lo que necesitamos.

como conclusión podemos decir que, vivir en lo poco y en lo mucho es posible cuando nuestro corazón está arraigado en Cristo. Él nos fortalece para vivir con gratitud, para confiar en su provisión diaria y para desear lo eterno por encima de lo pasajero.

Que podamos pedirle al Señor un corazón agradecido, humilde y contento en toda circunstancia. Porque nuestra verdadera seguridad no está en lo que tenemos, sino en Aquel que nos sostiene.

¡ Te esperemos en el próximo post!
¡Dios te bendiga! 


Si esta nota fue de bendición, compártela con tus amigas:

También pueden ser útiles: