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Cómo obedecer a Dios cuando no entiendo: Un devocional para confiar

 

mujer estudiando

Obedecer a Dios no siempre es sencillo. A veces, su voluntad nos confronta. Nos saca de la comodidad, desafía nuestros planes y pone a prueba nuestra fe. Pero es precisamente en esos momentos donde se revela lo que realmente hay en nuestro corazón.

Una de las escenas más desafiantes en la Escritura es la de Abraham en el monte Moriah, relatada en Génesis 22. Dios le pide algo que nos parece imposible: entregar a su hijo Isaac como sacrificio. El hijo tan esperado. El cumplimiento de una promesa divina.

Abraham no cuestiona. No retrasa. Se levanta temprano y actúa.

“Por la fe Abraham, cuando fue probado, ofreció a Isaac…”
— Hebreos 11:17a

La obediencia de Abraham no fue automática, pero sí fue total. ¿Cómo fue capaz? Porque conocía a Dios. Había visto su fidelidad una y otra vez. Su obediencia no fue un acto irracional, sino una respuesta de confianza en el carácter de Aquel que le había guiado hasta allí.

Obedecer cuando no entendemos

Muchas veces esperamos obedecer a Dios solo cuando "todo tiene sentido", cuando lo sentimos o cuando es conveniente. Pero la obediencia verdadera aparece cuando decidimos decir “sí”, aunque nuestro entendimiento no alcance a comprender por completo.

Obedecer es confiar. Es caminar por fe. Es reconocer que Dios es digno de nuestra obediencia, aun cuando el camino es incierto.

Recordemos que el Señor no nos llama a obedecer para probarnos sin propósito. Su deseo es formar en nosotras un corazón confiado, rendido, que camina en paz sabiendo que su voluntad es buena, agradable y perfecta (Romanos 12:2).

Aplicación para nuestra vida

La obediencia comienza en lo cotidiano: en cómo respondemos al llamado a perdonar, a servir, a esperar, a soltar el control, a hablar con verdad, a vivir con integridad. No se trata solo de grandes decisiones, sino de un estilo de vida.

Obedecer a Dios es una expresión de amor. Jesús dijo:

"El que me ama, obedecerá mi palabra…”
— Juan 14:23

Entonces, cuando decimos “sí” a Dios, estamos diciendo “te amo, confío en ti, me rindo a ti”.

Para reflexionar

¿Hay alguna área en la que el Señor me esté llamando a obedecer y aún no he dado el paso?
¿Estoy esperando que todo sea claro o fácil antes de obedecer?
¿Confío en que la voluntad de Dios es mejor que la mía?
¿Mi obediencia nace del amor o del temor?

Sugerencia de oración personal

Te animamos a hacer una pausa, buscar un lugar tranquilo y tener un momento de conversación sincera con Dios. Puedes orar guiándote por estos pensamientos:

  • Agradece a Dios por su paciencia y fidelidad, incluso cuando cuesta obedecer.

  • Reconoce si hay áreas donde te cuesta confiar plenamente en su voluntad.

  • Pide un corazón sensible a su voz y dispuesto a seguirle sin reservas.

  • Entrégale esa situación específica en la que sabes que te está llamando a actuar.

  • Declara tu deseo de amarle no solo con palabras, sino también con decisiones.

Tómate tu tiempo. La obediencia también comienza cuando nos detenemos a escuchar.

Obedecer no es una carga, es una forma de vivir con propósito, de caminar con Dios en libertad. Aunque el camino de la obediencia puede implicar renuncias, el fruto que da es paz, madurez y una relación más profunda con Aquel que nos ama más que nadie en este mundo.

¡ Te esperamos en el Próximo Post! 
¡Dios te Bendiga!

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