Ir al contenido principal

Cómo hacer una cosa a la vez : Devocional Lucas 10:41-42


Lucas 10 40 42


Bienvenida una vez más a mi Dulce Senda ! El pasaje de hoy nos recuerda la importancia de las cosas que hacemos a los ojos de Jesús. Jesús estaba de visita en la casa de dos hermanas, Marta y María, hermanas de Lázaro. Marta se la pasaba corriendo de un lado a otro, preparando todo, queriendo atender bien a Jesús. En cambio, María se sentó tranquila a escucharlo. Entonces Marta, un poco molesta, le pidió a Jesús que le dijera a su hermana que la ayudara. Pero Jesús le respondió con cariño: “Marta, Marta, te preocupas y te agitas por muchas cosas; sin embargo, una sola es necesaria. María escogió la mejor parte, y nadie se la quitará.”

Muchas veces sentimos que el día no alcanza: hay tantas responsabilidades, pendientes y compromisos que, sin darnos cuenta, dejamos nuestro tiempo con el Señor en último lugar. A veces incluso lo hacemos “a las corridas”, como una tarea más que cumplir en medio del ritmo acelerado de cada jornada. Sin embargo, en este encuentro con Marta y María, Jesús nos invita a detenernos. En pocas palabras nos dice: “Estás preocupada y agitada con muchas cosas, pero solo una es necesaria.”

Es una llamada de atención llena de amor. Nos recuerda que podemos estar muy activas, haciendo mil cosas, pero que si no cultivamos nuestra comunión con Él, todo lo demás pierde sentido y valor eterno. Jesús nos enseña a ordenar nuestras prioridades: primero alimentarnos con Su Palabra, conocerlo más profundamente, pasar tiempo con Él y cuidar lo que nos ha confiado —nuestra familia, nuestro trabajo, nuestra casa, nuestra congregación— sabiendo que todo le pertenece a Él. No nos pide que carguemos con todo, sino que administremos con sabiduría y descanso, confiando en que Él se encargará del resto.

La Biblia también nos recuerda: “Todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres.” (Colosenses 3:23). Por eso, hoy podemos orar pidiendo al Señor que nos revele si lo que hacemos realmente lo hacemos para Él, y con qué actitud de corazón. Y si descubrimos que estamos corriendo más de lo necesario, que podamos frenar, respirar y volver a enfocarnos. No se trata de dejar de hacer, sino de hacer con el orden correcto: primero Jesús, luego todo lo demás.

Tal vez este pasaje sea un recordatorio suave —o un pequeño tirón de orejas— para revisar cómo estamos viviendo cada día. Y una pregunta final que vale la pena hacernos: si el Señor viniera hoy, o si mi vida terminara en unos minutos, ¿me encontraría con Dios siendo realmente el centro de mi vida? Nos leemos en el próximo post! Dios te Bendiga!


Comentarios

Si esta nota fue de bendición, compártela con tus amigas: