Ir al contenido principal

¿Qué pasa cuando me siento lejos de Dios? : Leemos Romanos 8


Mujer buscando a Dios

A veces caminamos por la vida con una carga en el corazón: culpas del pasado, luchas presentes o temores que nos paralizan. Nos preguntamos si realmente Dios está con nosotras en medio de tanto ruido, tantas batallas y tantas caídas.

Y es entonces cuando Romanos 8 se convierte en un refugio para el alma.

“Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu.”
(Romanos 8:1, RVR1960)

Este capítulo comienza con una verdad transformadora: en Cristo ya no hay condenación. Si hemos creído en Él, somos libres. Qué alivio saber que no vivimos bajo la culpa, sino bajo la gracia.

Romanos 8 nos muestra que el Espíritu de Dios habita en nosotras. Él nos da vida, nos guía, nos fortalece y hasta intercede por nosotras cuando no sabemos qué orar. No estamos desamparadas en este camino.

“El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios.”
(Romanos 8:16, RVR1960)

Y si somos hijas, también somos herederas. Esto significa que lo que viene —lo eterno, lo glorioso— será infinitamente mejor que todo lo que hoy nos duele o nos preocupa.

Nada nos separa de Su amor

Más adelante, Pablo hace una de las declaraciones más hermosas de toda la Biblia:

“Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir,
ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro.”
(Romanos 8:38-39, RVR1960)

Nada. Absolutamente nada puede separarnos de Su amor.
No nuestros errores.
No nuestras debilidades.
No nuestros temores.
Ni siquiera las circunstancias más difíciles.

El amor de Dios no depende de nuestro esfuerzo. Es firme, eterno e incondicional.

Para meditar hoy

Hoy queremos invitarte a leer Romanos 8 completo. No con prisa, sino como quien se detiene a escuchar una carta escrita con amor. Tal vez hoy necesites recordar que Dios está contigo, que no te condena, que te guía y que Su amor te envuelve aun cuando no lo sientas.

Vivimos en tiempos donde es fácil olvidar quiénes somos. Pero la Palabra nos recuerda que somos hijas, libres, amadas y protegidas. Nada puede separarnos de Aquel que lo dio todo por nosotras.

Podemos orar algo así:

Señor, gracias por amarme con un amor que no cambia. Gracias por tu Espíritu que me sostiene y me guía. Ayúdame a vivir cada día con la certeza de que estoy en tus manos, libre de condenación y segura en tu amor eterno. Amén.

Comentarios

Si esta nota fue de bendición, compártela con tus amigas: